Tipos de piel
Piel eudérmica o normal
Es aquella que se encuentra en un
equilibrio de secreción sebáceo y sudoral, presenta una hidratación y oleosidad adecuada.
Su superficie es fina, flexible y posee una capa de grasa que no llega a darle
un brillo aceitoso a su parte más externa. No presenta descamaciones evidentes
y, además, es difícil que se formen en ella espinillas y otras impurezas.
El cuidado de este tipo de piel
se basa en mantener la proporción adecuada de grasa y sebo que el tejido ya
presenta. El uso de geles de limpieza purificantes, la aplicación de cremas
hidratantes y ciertas cremas nutritivas ayudaran a este tipo de piel.
Piel combinada o mixta
Se
caracteriza por ser grasa principalmente en la “zona de T, es decir, frente, nariz y barbilla y deshidratada o seca en
sus bordes y contornos.
La
piel mixta puede ser un poco compleja de tratar tanto en la clínica
dermatológica como en casa, pues presenta segmentos cutáneos con distintas necesidades.
Puede ser muy adecuada la utilización de geles limpiadores que extraigan las
impurezas, además del uso de tonificadores y cremas hidratantes específicas
para este tipo de piel.
Piel seborréica o grasa
Es
un tipo de piel de textura gruesa, con folículos sebáceos dilatados, de aspecto
untuoso e hidratación adecuada.
Estamos
ante una variante dérmica que requiere de un cuidado constante, pues es el tipo
de piel que más proclividad presenta a acumular espinillas, dilataciones en los
poros y engrosamiento epidérmico. Como parte positiva, es importante destacar
que este tipo de piel es la que más lento envejece, ya que la abundante capa de
grasa la protege de las inclemencias ambientales.
Otros
cuidados para la piel grasa pueden ser las limpiezas periódicas bien profundas
(para evitar la acumulación de sebo en los poros), la reducción de grasa en la
piel mediante productos cosméticos, la realización de masajes regulares y la aplicación
de cremas hidratantes. De todas formas, en la dieta y el estilo de vida está la
clave para mantener correctamente este tipo de piel.
Piel seca
La piel seca se caracteriza por
una textura fina, tensa y estriada, con poros muy pequeños, sin brillo y de
aspecto rugoso. En estos tipos de piel sí que es común la descamación, es
decir, la pérdida excesiva de células en la capa más externa de la piel. Por
ello, es la variante de la lista que más probabilidades presenta de sufrir
procesos infecciosos (al estar menos protegida).
La necesidad inmediata para
cuidar a este tipo de piel es una hidratación continuada en el tiempo. Por
ello, se recomienda la aplicación de cremas hidratantes en las partes más
afectadas durante el día y el uso de una crema con alto contenido graso por la
noche.
Piel deshidratada
No es lo mismo una piel seca que
una deshidratada, pues esta última se caracteriza únicamente por la falta de
deshidratación, pero no de oleosidad. Un signo muy común que evidencia este
biotipo es la presencia de rajas en la piel.
Piel sensible
Un tipo de piel que posee la facilidad de enrojecerse y elevar su temperatura, ya que contiene múltiples fibras nerviosas sensibles ante cualquier estímulo. La irritación, el picor y la comezón son los signos más típicos de una piel sensible que no está siendo cuidada adecuadamente. Los cuidados de este biotipo son similares a los del resto: hidratación, limpieza, etc. Aun así, en este caso concreto hay que evitar aún más la exposición a elementos irritantes, productos con un pH marcadamente diferentes al de la piel o la exposición a los rayos del sol. Estamos ante un área del cuerpo que va a “sentir” cualquier inclemencia de forma anormal, razón por la cual es esencial tener especial cuidado con ella.
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